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Título
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
¡Villa de las Ferias

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HISTORIA DE MEDINA DEL CAMPO Y SU TIERRA - VOLUMEN I



HISTORIA DE MEDINA DEL CAMPO Y SU TIERRA

Nacimiento y expansión

VOLUMEN I

PRESENTACION

Cuando contemplas Medina del Campo, desde la Torre del Homenaje de su Castillo de la Mota, es imposible sustraer tu pensamiento a la tentación del viaje pretérito por el camino de la Historia.

Para valorar fielmente ese pasado histórico de Medina, basta con observar los edificios conservados y recordar los desaparecidos. La apretada historia vivida por la Comunidad de Villa y Tierra de Medina del Campo ha despertado la curiosidad de los estudiosos y ha enorgullecido a sus habitantes. Con la catalogación concluida del Archivo Municipal de Medina, un vasto y sugestivo venero documental está a disposición de los investigadores para profundizar en el conocimiento de la antigua Comunidad de Villa y Tierra.

Hasta el momento actual dos historias de Medina han sido editadas: Historia de la Muy Noble, Muy Leal y Coronada Villa de Medina del Campo.., (¡904), de Ildefonso Rodríguez y Fernández, de finalidad ennoblecedora y aportadora de material documental y bibliográfico, y la Historia de Medina del Campo (1971) de Gerardo Moraleja Pinilla, en la que se recogen las aportaciones informativas anteriores.

Se cumplen ahora cuatro años desde que el Ayuntamiento de Medina concibió la idea de editar una historia de Medina que, apoyada en una rigurosa investigación, fuese asequible al hombre de la calle. La responsabilidad de dirigirla recayó en el doctor Lorenzo Sanz, experto conocedor de Medina y del Archivo Ruiz. Tan ardua tarea ha exigido integrar en su redacción, no sólo a los historiadores que ya disponían de algún estudio sobre la Villa de las Ferias, sino también a todos aquellos que trabajaban ya en temas medinenses o que estuvieran dispuestos a acometer estudios nuevos que permitiesen cubrir vacíos existentes o clarificar campos poco conocidos.

El esfuerzo ha resultado más arduo todavía, debido a que del proyecto inicial que consistía, en elaborar la Historia de Medina del Campo, se ha pasado a la redacción de la Historia de Medina del Campo y su Tierra, con el fin de darle mayor profundidad y rigor histórico, dado que la Villa de las Ferias trasciende a su Tierra.

A lo largo de ¡os tres volúmenes en que se estructura la Historia de Medina del Campo y su Tierra, se van ordenando los diversos temas. Además de la evolución histórica, artística y cultural, se dedica un exhaustivo estudio a la agricultura y los viñedos, incluyendo las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De las ferias no sólo se trata su aspecto económico, sino también su repercusión en la comarca y su aspecto jurídico. La sociedad, la economía, la población, los personajes más preclaros (Simón Ruiz, el padre A eos ta, Bernal Díaz, etc.), el proceso urbano e industrializador de Medina, etc., van pasando sucesivamente a lo largo de los 52 trabajos que han elaborado 33 experimentados autores en el campo investigador y universitario.

Un esfuerzo intelectual tan meritorio exigía ponerlo a disposición del mayor número posible de investigadores, economistas, historiadores y hombres de a pie, deseosos de conocer la Historia, no sólo de la Villa de las Ferias, sino también de su Tierra. Nos resulta por ello sumamente grato poder compartir la alegría de esta publicación con las instituciones que han hecho posible llevar a cabo una edición elevada en número y cuidada en calidad: Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, Diputación Provincial de Valladolid y Caja de Ahorros Provincial de Valladolid.

A todos, historiadores e instituciones, gracias en nombre de Medina del Campo.

Y desde esta privilegiada atalaya, seguimos contemplando, también, nuestro presente y futuro, como patrimonio material y espiritual entrañable, pero sin olvidar la obligación y responsabilidad de su transmisión a nuestros hijos.

JOSE IGNACIO CANO DE LA FUENTE
Alcalde de Medina del Campo

PROLOGO

Para introducir al lector en esta obra, le invitamos a un corto recorrido por Medina del Campo, para que podamos observar «in situ-» los hitos representativos de un pasado glorioso, una decadencia anunciada y persistente, y un futuro esperanzador. Para ello visitaremos la Plaza más grande de España, la antigua Rúa de los mil oficios, y el importantísimo nudo ferroviario vigilado por el orgulloso Castillo de la Mota.

En la Plaza de España está sintetizada la mayor parte de la Historia de Medina y su Tierra. Inseparablemente unidos, al igual que las leyendas del escudo medinés (en realidad heredado de la Comunidad de Villa y Tierra), el Ayuntamiento (Ni el rey oficio) y la Colegiata (Ni el papa beneficio) se abrazan. Estos dos testigos perennes de la Historia de Medina evocan los dos poderes (civil y religioso) de la época de la Comunidad de Villa y Tierra. A su lado, el Palacio real y testamentario vigila atentamente a sus dos vecinos, a quienes aconseja caminar juntos, siguiendo sus consejos y la tutela de los linajes.

En la misma Plaza o en la propia Rúa resulta fácil imaginarse el trajín de tratos y contratos, cambios y recambios de las principales Ferias de Castilla. Es la época de esplendor de Medina y la de los grandes hombres de negocios: los Dueñas, los Ruiz...

Recorriendo la Rúa y pasado el Zapardiel se llega a San Miguel. Quizás más ilustrativo que este camino resulte la calle San Martín, uno de los símbolos actuales de la decadencia medinense: casas y palacios abandonados y en ruinas, evocan la quiebra iniciada a finales del XVI y sólo superada en la segunda mitad del XIX.

Desde San Miguel podemos optar entre dos caminos divergentes, pero ambos seguros y esperanzadores: el ferrocarril y las carreteras. A su lado y bajo su sombra surgen industrias y viviendas que marcan un ritmo permanente de progreso.

¡NI E L RE Y OFICIO, NI E L PAPA BENEFICIO!

La Reconquista configuró dos organizaciones administrativas o dos Castillas diferentes: la de Villa y Tierra y la de las Merindades. La Castilla de las Merindades la forman las antiguas tierras cristianas del siglo VIII y las pobladas en los siglos siguientes que aguantaron los ataques de Almanzor (último cuarto del siglo X). La Castilla de las Comunidades de Villa y Tierra corresponde a los territorios repoblados y organizados una vez muerto el caudillo musulmán.

¿Pero cuál fue la realidad de la Tierra de Medina, hasta que a esta villa le cupo el alto honor de ser elegida cabeza de la más occidental de las 42 Comunidades de Villa y Tierra existentes?

Las desfavorables condiciones de vida de la Tierra de Medina hace que sea una de las comarcas más pobres de la provincia desde el punto de vista prehistórico, a pesar de la gran labor de prospección llevada a cabo por Tomás Mañanes en los últimos años.

En la época romana la Tierra de Medina tuvo una situación atípica con respecto a la red de comunicaciones, lo que unido a la peculiar configuración de su suelo, trajo consigo una ausencia importante de restos de época alto imperial. Sin embargo, en la época bajo imperial, la Tierra de Medina fue «repoblada». A pesar de todo, no se conoce ningún elemento escrito que nos hable de habitantes en esta zona.

La época visigoda es, si cabe, el inicio de la desertización de la zona (¿antecedente de la despoblación del Duero?), ya que no se ha hallado ningún yacimiento, y sin embargo comienzan a constatarse al este del Eresma.

A finales del siglo IX y comienzos del X la Tierra de Medina sufrió una solución de continuidad. La primera repoblación tuvo lugar en la primera mitad de la décima centuria, aunque su vida fue efímera al ser desmantelada en las expediciones de Almanzor. La definitiva repoblación de Medina del Campo tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XI al ser reconquistada a los moros.

En esta época, no existió ninguna otra población en los 1.200 Km2 que integraban la Comunidad. Pero en territorio tan amplio, el cultivo de la tierra, el pastoreo y el crecimiento de la población generaron nuevos núcleos o aldeas. Así nacieron cada una de las 60 aldeas o lugares que llegó a tener la Tierra de Medina.

La más antigua mención de la capital, Medina del Campo, figura en un documento expedido por Alfonso VI, rey de Castilla y León en 1107, aunque su repoblación definitiva tuvo lugar unos años antes. Según el Dr. Mañanes Pérez es probable que el primitivo asentamiento de Medina estuviese en el cerro del Castillón, próximo al de la Mota, con restos datables de los siglos XI-XII. Pero tradicionalmente se admite que el primer emplazamiento de Medina tuvo lugar en el cerro de la Mota. De las tres cercas que tuvo Medina sólo se conservan restos de la más antigua y del Castillo (quizás de la 2.a mitad del siglo XII).

En el siglo XII Medina del Campo era ya una de las poblaciones castellanas importantes. Desde la división del reino castellanoleonés entre los hijos de Alfonso VII (Sancho III y Fernando II) la Tierra de Medina se convirtió en terreno de frontera; en esta situación continuó hasta comienzos del siglo XIII en que se volvió a unir con Fernando III el Santo. De esta época de disputas y tensiones proceden los restos del rosario de fortificaciones existentes en la Tierra de Medina.

De la importancia de Medina del Campo en la historia de Castilla en el siglo XV nos habla Pero Tafur. Para este infatigable viajero castellano, la plaza mayor y las ferias medinenses eran comparables a las de Venecia y Amberes, respectivamente.

Sin embargo, Medina del Campo tiene su pasado histórico más glorioso en el siglo XVI. En esta centuria su actividad mercantil y financiera, junto con la comercialización de sus excepcionales caldos, le otorgaron protagonismo nacional e internacional. Esta prosperidad tuvo como base una capital, Medina, y un vasto término concejil, alfoz, o Tierra de Medina con sus correspondientes aldeas o lugares, que paulatinamente se fueron desgajando.

En los primeros tiempos, las aldeas de la Comunidad de Medina intervenían en el gobierno de la misma, de acuerdo con la proporción representativa que tenían. La elección del Procurador General de la Tierra de hacía en la capilla de ánimas del convento de San Francisco el día de Pascua Florida. Sus competencias se extendían al reparto de las contribuciones y gentes de guerra, así como a todo lo relacionado con los pastos y dehesas.

El Concejo de la Comunidad de Villa y Tierra disponía de amplia autonomía, pues no estaba subordinado más que al Rey. Elegían vecinalmente o por parroquias a sus autoridades, que ejercían todas las competencias judiciales, administrativas, capitanes, elegidos por la misma Comunidad de Villa y Tierra durante un año, permaneciendo subordinados únicamente al monarca.

Cuando haya que acudir a la guerra, los hombres de la Tierra de Medina luchan bajo la enseña concejil, dirigidos por sus propios capitanes, elegidos por la misma Comunidad. En el plano militar la gesta más lucida de las milicias concejiles medinenses tuvo lugar en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Luchando al lado de los de Avila y Segovia con las tropas navarras de Sancho VII asaltaron el palenque del califa almohade.

El lema del escudo de Medina, «Ni el rey oficio, ni el Papa beneficio», del que los medinenses se sienten orgullosos, por el significado de gobierno autónomo que tales palabras encierra, no constituye hoy, más que el recuerdo del ordenamiento jurídico que rigió la vida de los medinenses en los siglos XI y XII.

El gobierno municipal fue menos democrático que el eclesiástico, pues en el nombramiento de los regidores, escribanos, mayordomos, fieles, etc., la intervención de los habitantes llegó a ser mínima, dado que el poder fue limitado al pueblo en beneficio de los representantes de los linajes, lo cual suponía una merma autonómica. Una nueva poda sufrió la autonomía civil medinense con los nombramientos de corregidor y alcaide para la fortaleza a comienzos del siglo XV y la venta de regidurías a mediados del XVI, La autonomía civil medinense se fue debilitando paulatinamente hasta terminar siendo el lema de su escudo una expresión vacía de sentido.

En el orden eclesiástico Medina y su Tierra constituían un arcedianazgo integrado primero en la diócesis de Salamanca (aunque era autónomo) y posteriormente en la de Valladolid. Las poblaciones disputadas entre Medina y Olmedo paulatinamente se fueron incorporando, en lo civil a la Tierra de Medina, y en lo eclesiástico, los años pares dependían del obispado de Salamanca y los impares del de Avila. Eran las 16 parroquias o iglesias medianas. El régimen eclesiástico de la Tierra de Medina refleja mejor que el civil una auténtica democracia, dado que eran los propios feligreses quienes elegían o presentaban en cada parroquia a sus propios beneficiados, que debían ser preferentemente «pilongos».

El protagonismo que ostentó Medina del Campo en la Baja Edad Media y el Renacimiento presenta tres escalas: la local o propia de una villa castellana, que experimenta un espectacular desarrollo urbano y es controlada por media docena de linajes; la castellana por su protagonismo político y la internacional por el prestigio exterior de sus ferias, de las que tenemos las primeras noticias en 1421.

Medina del Campo llegó a ser el principal centro ferial de Castilla la Vieja. Sus ferias constituían el centro de la vida económica y financiera del reino. No conviene olvidar que Medina fue desde 10 sus orígenes y la misma voz árabe «madinat» lo delata, un centro comercial de primera categoría.

«A PAGAR EN MEDINA»

¿Pero cuáles son las razones poderosas que explican el éxito de las ferias y por tanto el de la propia Medina? Se han discutido mucho a través de la historia. Sin duda han influido la proximidad de la villa del Zapardiel a la sede administrativa del Reino (Valladolid) y el artesanado y población asentados en la villa. Pero existen otras dos causas que han contribuido poderosamente al éxito: la situación geográfica de Medina, apta para establecer a su alrededor una red caminera, y la visión de Fernando de Antequera al asentar las-ferias en dicha villa.

El factor situacional de Medina del Campo ha tenido una gran trascendencia histórica para dicha población, dado que al estar asentada en la Cuenca del Duero, se constituyó en lugar de encuentro de comunicaciones entre los cuatro puntos cardinales. Sin embargo la Tierra de Medina no se había consolidado como encrucijada de comunicaciones ni en la antigüedad ni en la Alta Edad Media, dado que las calzadas romanas y las grandes cañadas de la Mesta no la atravesaron. Fue preciso esperar a principios del XV, al concedérsele las ferias francas (dada su elevada potencia mercantil), para que Medina del Campo pasase a centralizar la amplia malla de comunicaciones regionales y extrarregionales.

Pero ya fuese el carácter realengo u otra causa la que llevó a Fernando de Antequera a otorgar a Medina las Ferias, la realidad tangible fue que en el siglo XVI los factores humanos y naturales habían alcanzado una simbiosis tan estrecha, dado que las vías de comunicación se habían estructurado en torno a la ciudad, que los coetáneos llegaban a esta afirmación categórica: «cosa muy notoria es que el mejor sitio que hay para ferias es Medina del Campo, por estar en medio de todo». Sin embargo, no nacieron las ferias de Medina como consecuencia de la situación de encrucijada de la ciudad, sino más bien al revés. Por ello, cuando cambió la coyuntura, Medina se ruralizó y su encrucijada viaria perdió su función en gran medida. Habrá que esperar a la segunda mitad del siglo X I X para que el ferrocarril convierta de nuevo a Medina en nudo de comunicaciones, el cual incentivará su industria al igual que sus mercados de cereales y ganados.

En las ferias de Medina, espina dorsal de la prosperidad de la Villa, se comercializaban productos de todo el mundo. El mercado I I textil resultó ser el más notorio. El tráfico entre Medina del Campo y los países del Oeste europeo se basaba, en la exportación de lana y la importación de lienzos. En este comercio los burgaleses constituían el verdadero motor del movimiento y Medina era la consecuencia. En Nava y Alaejos llegaron a constituirse núcleos textiles, que aunque quizás naciesen en el XVI, su expansión fue posterior.

En 1527 el embajador veneciano Andrea Navagiero indicaba que el principal negocio de las ferias de Medina lo constituían los cambios. Esta fue precisamente la actividad que otorgó a Medina un mayor renombre, al generalizarse en las letras de cambio la cláusula, «a pagar en Medina» o bien el hecho de que éstas estuviesen fechadas en Medina. La Villa del Zapardiel no sólo fue la sede del gran crédito y la capital del dinero a escala internacional, sino también el centro del crédito popular.

La prosperidad de Medina depende en gran parte de gentes de otras ciudades. Por ello, cuando el movimiento comunero llame a las puertas de Medina, la villa duda dónde alinearse, pues si se coloca con los exportadores (mercaderes de Burgos) traicionará a los manufactureros y comerciantes de Segovia, Salamanca, Toledo... que resultaban fundamentales para sus ferias. Pero obligada Medina a tomar una decisión, apoyó a Segovia, no entregó la artillería a los .imperiales y fue pasto de las llamas de los hombres de Fonseca. El incendio de Medina avivó la Guerra de las Comunidades, quemó la mayor parte de las casas de los hombres de negocios —inmersos ya en una crisis de liquidez (1519-21)—, y deslizó la revolución hacia las capas más bajas de la sociedad medinense.

Los nueve primeros capítulos del volumen II de esta obra vienen a ser la biografía colectiva de medio centenar de hombres de negocios que en los reinados de Carlos I y Felipe II movilizaban las finanzas castellanas actuando en las ferias de Medina. Su fracaso, simbolizado en la bancarrota real de 1575 y la eliminación de Medina como motor de la economía de Castilla, llevó a la decadencia de ambos. Corona y hombres de negocios.

Al comenzar la década de 1580 las ferias medinenses se hallaban debilitadas y poco concurridas por los mercaderes que habían sido seriamente afectados por la crisis de liquidez de 1550-75. La solución adaptada por Felipe II en 1583 para que se celebraran tres ferias (las dos tradicionales de mayo y octubre y otra intercalada en febrero) no solucionó la crisis, pues en las dos últimas décadas del siglo XVI la irregularidad en su celebración continuó siendo un mal endémico.

De 1574 a 1594 las ferias fueron tuteladas por el Estado y los mercaderes utilizados. El desenlace final de las ferias tuvo lugar de 1607 a 1610, a pesar de la resistencia de los mercaderes. El largo eclipse de Medina se había adelantado dos décadas al resto de Castilla. Desde 1607 las noticias sobre las ferias son cada vez más escasas y los negocios del dinero se centran en lo sucesivo en Madrid. De nada había servido el traslado de la Corte a Valladolid a comienzos del siglo XVII, la Real Chancillería a Medina del Campo y las Ferias a Burgos.

Por su gran peso financiero-mercantil, así como por la producción y comercialización de sus vinos de calidad, Medina del Campo brilló con luz propia en los siglos XV y XVI. Esta centuria marcó el cénit de esplendor de Medina: se construyó la Colegiata y el Palacio de Dueñas...; se iniciaron las obras del Hospital de Simón Ruiz, potentísimo hombre de negocios medinense; se estableció un correo ordinario semanal entre Medina y Sevilla; la imprenta de Medina alcanzó gran prestigio, tanto por la calidad como por la cantidad de las obras que imprimió y distribuyó, las acciones de los hombres de Medina y su Tierra resultan fundamentales para la formación de América: Bernal Díaz del Castillo, el Padre Acosta...

¡QUE SOLITARIA YACE LA VILLA DE LAS FERIAS!

Pero en las últimas décadas del siglo XVI Medina perdió sus funciones económicas a nivel nacional e incluso regional para convertirse en un mero centro de servicios que debió compartir con la pujante Nava del Rey. Desde 1610 Medina del Campo es solamente un núcleo rural, que si le queda algo de lo que fue, son restos de lo que ya no tiene existencia. Pero en la época de esplendor de Medina se inflaron los estamentos privilegiados (nobleza y clero) que seguirán actuando ahora como insaciables cobradores de rentas en la Tierra de Medina y aniquilando la esperanza de progreso agrario.

Las múltiples influencias ejercidas por las ferias de Medina en su Tierra se concretan en dos órdenes de manifestaciones: socioeconómicas y geográfico-económicas, materializadas éstas en tres importantes elementos del aspecto agrario: la ampliación de la superficie cultivada, el impulso recibido por los cultivos vitícolas y la nueva conformación del poblamiento que consolida una escasa red de núcleos de población, dotados de dimensiones medianas y grandes: La Nava, Rueda, La Seca, Alaejos, etc.

13 La estructura poblacional de la Tierra de Medina presenta un gran contraste entre la época anterior y posterior a las Ferias, y entre la campiña y el sector de terrazas (Norte) desde la Edad Moderna. En la Edad Media la Tierra de Medina ofrecía una elevada red poblacional de pequeñas aldeas (unas 60), destacando sólo dos núcleos de la campiña (Alaejos y Medina), bastante más poblada que el sector de terrazas. Pero los cambios de los siglos XV y XVI alteraron el poblamiento anterior, dado que las terrazas del Norte se poblaron más intensamente (debido a la expansión vitícola) y la concentración de su población en un reducido número de poblaciones de dimensiones medianas y grandes. Se pasa ahora a una capitalidad bicéfala: Medina asume el papel administrativo y tradicional y La Nava las funciones comercial y moderna.

En los siglos XV y XVI Medina albergaba junto a su población habitual, un elevado número de religiosos, nobles, mercaderes y una abigarrada población flotante. La Villa de las Ferias terminó el siglo XVI con la mitad de la población con que lo había iniciado (20.000). La decadencia de las ferias se evidencia también en la nueva estructura urbana de Medina desde finales del XVI: repliegue urbano y avance del campo en la ciudad. Aunque en las cuatro primeras décadas del XVII continuó el descenso de la población, consiguió terminar la centuria superando los 1.000 vecinos. Esta cifra fue incapaz de mantenerla en la primera mitad del XVIII, logrando a duras penas que permaneciese estable en la segunda mitad, aunque en el sector Norte (terrazas) de la Tierra de Medina se elevó el número de habitantes. Desde mediados del siglo XI X que Medina superó el techo demográfico anterior, el crecimiento ha continuado hasta nuestros días. Actualmente posee Medina la cifra más alta de habitantes de su historia.

AGRICULTURA , INDUSTRIA Y FERROCARRIL

La proyección internacional alcanzada por las Ferias de Medina ha minusvalorado y casi olvidado que la mayoría de los habitantes de su Tierra se dedican a las actividades agropecuarias. La personalidad económica de la Tierra de Medina ha destacado en Castilla y León a lo largo de los tiempos modernos y contemporáneos por haber llegado a constituir una comarca productora de vinos de calidad, que la han convertido en un mediodía vitícola excelente para la amplia región Cantábrica, así como para las principales poblaciones de Castillla y León y para la misma Corte. Esta 14 temprana orientación mercantil de la Tierra de Medina es deudora en gran medida de la sólida función comercial y viaria desempeñada por Medina del Campo y por haber sabido sacar partido adecuado de la renta de situación de la propia comarca.

En la Tierra de Medina, a la autarquía familiar de policultivo de la época preindustrial, ha sucedido la realidad socioeconómica industrial, caracterizada en el aspecto humano por la pérdida de población rural y acentuación de la sociedad urbana y en el aspecto económico por la cristalización de una economía industrial integrada plenamente en el mercado nacional. El aumento del regadío y la reducción de los terrenos dedicados al cultivo del trigo y vid son algunos de los cambios agrarios producidos en la Tierra de Medina con los últimos años.

La etapa que se extiende desde la Guerra Civil a la actualidad tieríe destacado interés para Medina del Campo por el crecimiento de la población, el desarrollo económico y las transformaciones experimentadas en la estructura urbana:

• Debido a su expansión industrial, Medina se ha consolidado como el núcleo industrial más dinámico de la provincia después de la capital. Pero la industria medinense precisa una transformación cualitativa que corrija, la dispersión empresarial y eleve el nivel de capitalización y empleo.

• El comercio y la prestación de servicios, tradicionales en Medina, son actualmente actividades dinámicas, modernizadas, cualificadas y con ofertas diversificadas. La tradición ferial, los mercados dominicales y el asentamiento del comercio en el casco histórico son algunas de las características del mundo mercantil medinense.

• Medina posee actualmente una estructura urbana relativamente definida, que exige la recuperación del núcleo histórico, en estado de abandono deplorable.

EUFEMIO LORENZO

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